Johannes "Jojo" Betzler es un chaval alemán de diez años y medio, que en plena Segunda Guerra Mundial se encuentra fascinado por toda la parafernalia e imaginería que rodea al nazismo, está muy orgulloso de pertenecer a las juventudes hitlerianas, aunque su incapacidad para matar a un conejo en un campamento de verano le haya valido el apelativo de Jojo Rabbit.
Vive con su madre Rosie, el padre está ausente por la guerra, y su hermana murió. Todo contribuye a que se haya fabricado un amigo imaginario con el que departe con frecuencia, que es nada menos que Adolf Hitler. El descubrimiento de que Elsa Korr, una adolescente judía de la edad que tendría su hermana, está escondida en su casa –la oculta Rosie, pero Jojo lo ignora–, comenzará a alterar tan ingenua y deformada percepción de la realidad.
El neozelandés Taika Waititi aborda la locura del nazismo desde la perspectiva de la inocencia infantil, una idea que ha dado pie a un buen puñado de películas. Waititi, que además de ser director y guionista, se reserva el papel de Adolf Hitler, logra una película interesante, original y atrevida.
Respaldado por buenos actores adultos como Scarlett Johansson y Sam Rockwell, aguanta bien el tipo el niño debutante Roman Griffin Davis, y también tiene gracia Archie Yates, que interpreta a su amigo gordito Yorki.
ALMUDÍ JD