MUJERCITAS

Una Mujercitas que se inspira tanto en la novela clásica como en los escritos de Louisa May Alcott, y se desarrolla mientras el alter ego de la autora, Jo March, reflexiona sobre su vida ficticia. En la versión de Gerwig, la querida historia de las hermanas March -cuatro jóvenes mujeres decididas a vivir la vida según sus propias normas- es atemporal y a la vez de total actualidad.

El espectador que dude en acometer el visionado de esta película debería renunciar a los prejuicios, tal vez alimentados por una palabra en desuso –nadie habla de “mujercitas” en sus conversaciones en los tiempos que corren–, que puede sonar a ñoñería, pero que en realidad es muy hermosa, pues alude a niñas, adolescentes, que se están convirtiendo en mujeres adultas que toman sus propias decisiones.

En tiempos de empoderamiento y lucha por los derechos de la mujer, se advierte con claridad meridiana que Alcott se adelantó a su tiempo con esta obra donde son ellas las más fuertes. No hace falta forzar mucho el original para mostrar mujeres independientes, con ilusiones y metas que persiguen con denuedo, también reconociendo con realismo las limitaciones sociales.

Tiene mucho mérito que Gerwig vuelva a abordar una historia que tan gratos recuerdos ofrece a sus admiradores, y que lo haga sin rutina ni cansinismos, con mirada personal y fiel. Sus más de dos horas se pasan en un santiamén, pues la narración es agilísima, por su acertada estructura de guion, y unas interpretaciones de ensueño. 

Almudí JD