El Irlandés (2019)

El irlandés

El Irlandés (2019)

La historia del gangsterismo alrededor del IBT, el sindicato de transportes más importante en Estados Unidos, contada desde el punto de vista de Frank Sheeran con amplio lienzo. Este personaje de origen irlandés, reconoció poco antes de morir en 2003 a Charles Brandt –autor del libro “Heard You Paint Houses”, en que se basa la película– haber asesinado al misteriosamente desaparecido desde 1975 Jimmy Hoffa, presidente del IBT.
Martin Scorsese demuestra encontrarse en plena forma creativa, y se nos presenta como auténtico “superhéroe” del cine de personajes y tramas de entidad, dotado de unos “poderes” en la línea de sus dos mejores películas gangsteriles, Uno de los nuestros (1990) y Casino (1995), pero quizá más sabio por más experimentado, los años cuentan. Su film, producido por Netflix, pero con otros pesos pesados como el propio Robert De Niro y el veterano Irwin Winkler, conocerá un estreno limitado en salas de cine, concesión a los cinéfilos y al propio director, pero, los tiempos mandan, su difusión masiva toca en la plataforma de streaming.
El experimentado director maneja aquí un sólido guion en solitario de Steven Zaillian, libretista con el que había trabajado en Gangs of New York (2002). Funciona muy bien la estructura narrativa de encapsulamiento de tres hilos, a modo de muñecas rusas: la voz en off de un Frank Sheeran ingresado en una residencia de ancianos, que cuenta el viaje en automóvil que realiza con su mentor Russell Bufalino y las esposas de ambos, para acudir a una boda, y la primera parada frente a una estación de servicio, que sirve para evocar el pasado, cómo se conocieron y el modo en que se produjo su ascenso en el sindicato de transportes y en el mundo criminal en los años de la presidencia de John Fitzgerald Kennedy. Lejos de ser caprichosa, tal estructura responde a una perfecta lógica interna, cuyo sentido se constata cuando en el último tramo acaban uniéndose los hilos hasta quedarnos con el de Sheeran envejecido.
Están impregnadas las imágenes de un agradecible clasicismo, incluidos algunos elegantes planos secuencia, y eso que la labor de edición de la habitual colaboradora de Scorsese, Thelma Schoonmaker, es altamente meritoria, a las tres horas y media de metraje no parece sobrarle un solo plano, su labor es auténtico encaje de bolillos.
Y al final lo que se nos cuenta con enorme habilidad y con una violencia más contenida de lo que Scorsese acostumbra, sin moralina facilona pero con un indudable punto de vista moral, más nítido que en otros filmes del italoamericano, es la historia del progresivo descenso a los infiernos del protagonista, Frank Sheeran. Su alma cada vez se encuentra más emponzoñada, al aceptar ejecutar personalmente despiadados asesinatos, pero hábilmente se nos presenta un contrapunto interesante, el de una de sus cuatro hijas, Peggy, cuyas miradas, de niña, y luego convertida en mujer, vienen a ser como la voz de la conciencia que le recuerda la inmoralidad de sus acciones.
Los dramas personales se combinan con el telón de fondo histórico, sugiriéndose una explicación acerca de la invasión de Bahía de Cochinos ordenada por JFK, y su posterior asesinato, hechos en los que habría tenido que ver la mafia, molesta por la actuación del aguerrido fiscal general Robert Kennedy. Y tienen mucha fuerza los personajes principales, y las relaciones que se establecen entre ellos, singularmente las de Sheeran con su mentor Buffalino y con Hoffa, el hombre al que debe proteger. En tal sentido los actores están soberbios. Las técnicas digitales utilizadas para rejuvenecer en algunas escenas a los personajes no distraen, y tenemos a un magnífico Robert De Niro, del que se pinta una evolución plausible, un Joe Pesci inesperado, porque no hace el papel que habríamos pensado, está muy contenido, y Al Pacino –aquí, sí, por fin, podemos decir que tenemos una película que comparten de verdad con De Niro–, que sabe componer al sindicalista que quiere nadar en un estanque de lodo sin embarrarse e imponer su punto de vista por considerarse intocable. El resto del reparto tiene menor presencia, pero está perfectamente escogido, y cada uno brilla entregándose en las escenas que les tocan.
                                                                                  Decine21