Director:
Anton Corbijn; Guion: Andrew Bovell;Intérpretes: Philip Seymour Hoffman, Nina Hoss, Willem Dafoe, Rachel McAdams, Robin Wright. 121 min.
El penúltimo trabajo del fallecido Philip Seymour Hoffman, en el
papel del jefe de un grupo antiterrorista en Hamburgo, es otra muestra
de su tremendo talento. Este hecho puede oscurecer o minimizar el mérito
de una película mucho mejor de lo que cabría esperar, con una atmósfera
logradísima. Los críticos recurrimos con frecuencia a ese concepto para
explicar la importancia que tiene para que una historia funcione, fluya
e impacte; o para que se estropee, atasque y deje indiferente (...).
El guion sabe desgranar una operación compleja, con un entramado
financiero trascendental: aunque se pueda olvidar en las películas, el
dinero es fundamental en el terrorismo. La historia prescinde de
subtramas, se centra en el trabajo de un pequeño grupo de investigación,
gente común, que no llaman la atención, pasan desapercibidos.
Agentes cansados y ojerosos cruzan datos y recogen información para
llegar al corazón de un grupo terrorista. Pocas veces el cine ha logrado
retratar de esta manera tan poderosa el peso abrumador de quien tiene
que defender a su equipo, consciente de que los servicios de
inteligencia comparten información y siempre están sometidos a las
presiones de los políticos que tienen por encima de ellos. Esta película
lo logra gracias a una suma de elementos. El primero, sin duda, un
colosal Hoffman, con un control asombroso de su voz, de los gestos, del
lenguaje de su corpachón maltratado por el alcohol y una vida insana.