En realidad no importa, se trata de una licencia admitida por el género, que tiene modelos y precedentes bien establecidos. Channing Tatum imita al primer McLane de Willis; Jamie Foxx tiene mucho de Obama y del presidente Sawyer y del taxista Max en Collateral, y la pareja funciona bien. Emmerich sabe que para triunfar con el cine de palomitas hay que hacer las cosas igual de bien que en el cine “serio”, aunque fuerce el final y saque la bandera (después de haber destruido, por cuarta vez, la Casa Blanca).
Reseña